El impulso de querer sentir la aventura de vivir
navegando por la vida.

Viajar, la expresión del tiempo que pasa.

jueves, 9 de junio de 2016

66.- Las Espóradas

 - Hola. Buenas tardes. ¿Todo bien? ¿Cómo has estado en las Sporadas? ¿Dónde has estado?– el saludo de Dimitra, la camarera del café Remezzo en Porto Rafti, anima a volver o a no irse–.
Christós sonríe y saluda, atento a nuestra conversación, mientras sigue el juego del tavli de otros clientes. Apenas puedo cruzar pocas palabras en griego pero los gestos y sentimientos dicen que estamos contentos de volver a vernos, cosa que con el inglés podemos aclarar.

Las Espóradas no me han gustado lo que esperaba.
Skiathos está lleno de turistas.
No hay ni un solo punto de amarre disponible en el puerto para visitantes, todo copado por las empresas de chárter.
Sitio caro donde más, con apenas dependientes griegos –algunos sólo hablan inglés–, que se abastece por la cercanía de los ferries y del aeropuerto. Pero básicamente desde que se ha puesto de moda por “Mamma Mia”.
No volveré.

La previsión meteorológica es actualmente bastante buena y dio una previsión de vientos de fuerza 7 y 8 para dentro de dos días. Así que tocó buscar refugio en otra isla más al norte, un buen refugio en Planitis en la isla de Kyrá Panagiá, allí fondeamos tres barcos españoles. Largamos 60 m de cadena y aguantamos bien el temporal, con viento pero no mar.

En Alonissos, un pequeño puerto en construcción y subida a la Chora.




En Skyros fue todo una sorpresa. Una pequeña marina, para apenas 12 barcos, que te ayudan a amarrar, te dan muerto, agua, luz, duchas, lavadoras, etc. Todo no llega a 10,00€/día. La isla tiene fama de proveer de buenas langotas. Y las disfrutamos en la taberna de Dimitri.



Participamos en un reportaje para la tv griega: españoles diciendo “vivo en Grecia navegando en el barco, sus islas, conociendo a su gente”.

De regreso, rumbo a Evia, al puerto de Periés. Puerto de pescadores, con pocos fondos pero pudiendo abarloar a un pesquero, por la falta de espacio.



Cena en la taberna de Agatha, la dueña que nos enseñó algún baile griego.


 Al día siguiente, bien de mañana, puse rumbo a Porto Rafti, unas 62 millas, para embarcar un amigo. 

También para poder cumplir los trámites en la Embajada en Atenas para solicitar el voto por correo que recibiré, al final de las Cicladas, en Monemvasia.

Aproveché para enviar desde Pireo, a mi mecánico Spiros en Aegina, el motor fueraborda para reparar, ya que e rompieron dos piezas de la transmisión.

Atenas ha sido mi primer día de calor.
Fui y volví con autobús, otra gran experiencia que disfruté a tope. Me costó encontrar la parada en Atenas pero con las ayudas de uno y otro llegué. 

Con el metro fui del Pireo a la Embajada Española y luego quise deambular caminando por Neapolis y Licabetto hacia la parada del autobús para regresar al barco.
Mis amigos en Atenas me invitaron a un concierto de jazz pero no me atreví a dejar más tiempo el barco fondeado en Porto Rafti.

Recorro barrios no turísticos, con mercados callejeros de frutas, verduras, pescados, es﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽rques
os, cosa que code frutas, verduras, perscados, a trvuibirr las empresas de charter.volver a vernos, cosa que co a través de parques, árboles, plazas de barrio, con sus terrazas, cafeterías, oucerías. Disfruto de la libertad de estar solo, nómada, deambulando por la ciudad y su gente.